+CRUZ

+CRUZ
¿Cuánto pesa el amor?

 

Un autodidacta se reconoce, pues piensa en un concierto antes que en un instrumento. Un concierto que sabe será dado en un espacio particular, en una determinada estación del año, en una hora especial. Sabe cuál será el diseño de vestuario, qué relación espacial tendrá el público con los músicos. Conoce con precisión los detalles paso por paso, pues no tiene otra salida. Ha confiado en él y él lo sabe.

 

Cuando entré al taller de José Luis en la montaña, la primera impresión fue preguntarme de dónde bebe este autor. Este investigador, que como un científico, la pasión lo acompaña. Quizás como dice Leonard Cohen, es un caso de aquellos que trata a las palabras e imágenes como objetos científicos.

 

Un autodidacta se reconoce porque elige las palabras o los conceptos y los va hilvanando y enroscando con una fruición que solo la conocen los autodidactas. Porque además el grado de hiper especialización de un o una autodidacta lo ha hecho obsesivo con sus mediciones. Ese sendero del pensamiento abierto a su profunda curiosidad, ironía y humor, es el caso que nos ocupa hoy. Caso nada fácil. En esta obra concierto que hoy nos ocupa, el registro de la belleza, pareciera insistido en clave erótica, pequeña muerte y la muerte.

 

Las imágenes me tocan, como si tocaran mi memoria, que no es la mía, ni la de otros. Es la colectiva. Estamos todos allí. De la psiquiatría a la familia. A los depositarios, al andar desnudo. A los scraps, a los neones, a la virgen hermana, al sueño, a la paja. A mi vestido de seda, a tus zapatos de 15, a mi papá recién muerto. Al dinero heredándose, a la bolsa de plástico, a la cenizas. A los jardines y a los de Marosa. A la muerte por negligencia, a los muertos sociales. A la fotonovela, al accidente, al cuidado, al cómic, al inconsciente que parece estructurado como +Cruz, una telenovela, al plástico, al pasto, ¿a cuánto pesa el amor?.

 

José Luis dice en +Cruz que la muerte siempre es la muerte de todos como cuando alguien nace nacemos todos. No hay grito que compense el gasto del amor. No hay palabra, ni ceniza, ni nieve, ni lago, ni río que reintegre la desaparición. Aunque lo que está tiene la virtud de seguir estando. De otro modo.

 

Miralles como autodidacta continúa la tradición de los que piensan en términos de máquinas. Su obra es maquínica. Pero el Word me sugiere maquinita. Si. Es maquinita. Artefactos que transforman las partes en otras, ni creando ni destruyendo, transformando. Y pienso entonces en la obra de Platón llamada Crátilo, del 360 a.c., en ese diálogo, dicen los tragediógrafos que cuando se encuentran sin salida, para que entren los dioses a escena, recurren a levantar a los dioses con grúas. Máquina, invención, traza, expediente, medio, camino, remedio, recurso.

 

Esta obra está en la tradición de la densidad de obras medulares, que hablan con extrema delicadeza de cuanto pesa la condición del amor. Un autodidacta hace máquina. +Cruz es una máquina para mirar y para pensar.

 

Claudia del Río
Rosario, días de junio de 2011